“Cincuenta sombras de Grey” se ha convertido en un fenómeno de ventas que encendió el debate, por un lado entre los que plantean su escasa calidad y aquellos que reconocen su habilidad para insertarse en la literatura erótica. Opina Luis Gusmán.
POR SILVANA BOSCHI
Escenas de sexo explícito, sumisión consentida y algún que otro latigazo. Ese parece ser el condimento que, en envase de novela rosa, hace atractiva para millones de lectoras la trilogía de la escritora británica E. L. James, el best-séller erótico cuyo primer tomo,Cincuenta sombras de Grey, se ubicó entre los libros más vendidos en las últimas semanas en Estados Unidos, España, Argentina, Brasil, México y Chile. Y –según datos de su editorial, Random House– ya es la novela más vendida en el Reino Unido, con algo más de cinco millones de copias.
“A las mujeres les gustan las fantasías sexuales porque la parte más erótica de su cuerpo está dentro de su cabeza”, sostuvo recientemente su autora, Erika Leonard James, una productora de televisión de 48 años, casada y con dos hijos adolescentes, que primero protegió su identidad firmando con sus iniciales y luego sucumbió a la inesperada fama y apareció con su verdadero nombre para participar de las entrevistas y las presentaciones de sus libros. Mientras ya tiene derechos de traducción comprados en cuarenta países y derechos cinematográficos adquiridos, la obra desató un debate donde rápidamente aparecieron críticos y defensores: por un lado, quienes sostienen que la obra tiene escasas cualidades literarias y, por el otro, quienes le reconocen el mérito de haberse instalado en un terreno fértil: el de la literatura erótica sostenida por una historia romántica.
“Si hay amor no hay pecado”, parece ser la consigna de la protagonista de esta novela, Anastasia Steele, una joven norteamericana a punto de terminar sus estudios, a los 21 años, virgen y sin ninguna experiencia amorosa, que un día conoce al empresario Christian Grey –joven, lindo, educado, rico y con ciertas inclinaciones sadomasoquistas– que la introduce en una historia de sexo y seducción, y la convierte rápidamente en su experimentada y multiorgásmica amante.
Los números no dejan dudas sobre el fenómeno comercial, que recuerda por el volumen de ventas a otro éxito británico, el de Harry Potter. La obra de James vendió cuatro millones de ejemplares en las primeras cuatro semanas desde su lanzamiento en los Estados Unidos, 90 mil ejemplares el primer fin de semana en la tradicional librería Barnes & Noble, y Universal adquirió los derechos cinematográficos por nueve millones de dólares, después de una feroz competencia con las productoras rivales. La autora de la novela admitió que cuando firmó el contrato con la editorial Random House su principal ambición era, simplemente, ver sus obras en las librerías, y que no tenía ni idea de que su novela se convertiría en un fenómeno de ventas. Un tiempo antes había abandonado su carrera en la televisión para dedicarse a su familia, y reconoció que comenzó a escribir esta trilogía sólo como un entretenimiento.
La primera de las tres novelas se publicó en formato electrónico, como e-book, lo que habría sido un punto a favor: miles de lectoras pudieron descargarla en privacidad, lo que fomentó la recomendación boca a boca. El “secreto” se difundió rápidamente, y cuando se publicó el primer libro en papel, el éxito estaba asegurado.
La editora del libro en la Argentina, Florencia Cambariere, del sello Grijalbo, señaló a Ñ que la venta del primer título de la trilogía “superó las expectativas, porque no siempre un fenómeno de ventas que viene de afuera se repite en el mercado local”. “No es una novela romántica con toques eróticos, es una novela erótica en el marco de una novela romántica”, aseguró la editora.
“El libro se está vendiendo muy bien, el primero y el segundo tomo de la trilogía están en primer lugar de ventas; más de mil ejemplares por día del primer libro es un fenómeno editorial, más allá de cómo venía la promoción, con mucha fuerza de ventas en los Estados Unidos, y también en España, donde acaba de salir con mucho éxito”. “A nivel editorial –confiesa Cambariere– más allá de esa fuerza de arrastre, el plus que tiene es que a la novela romántica tradicional, que de por sí vende mucho, hay que sumarle todo este contenido erótico o sexual, muy explícito. Esto rompió un poco el techo de cristal de la novela romántica y se amplió a otro público, que se animó con esto”.
A la hora de definir la obra de James, Cambariere señaló que “es un juego psicológico entre los dos personajes –Anastasia y Christian– pero para mí es una historia de amor tradicional, porque él muere de amor por ella desde que la ve. Pero creo que fue el alto voltaje erótico lo que más atrajo de esta obra. Es la diferencia entre Danielle Steel y esto, y en eso el boca a boca también influyó muchísimo”. “Creo que es una novela bien escrita pero también bien comercial, muy orientada hacia el entretenimiento, es un objeto de consumo en definitiva, y se sostiene bastante en el caso del primer tomo, teniendo en cuenta que son sólo dos personajes fuertes y algunos secundarios. En el segundo tomo hay más personajes”, adelanta.
Historias eróticas
Atribuir todo el éxito de ventas de esta trilogía a sus pasajes eróticos, desprovistos de metáforas, es una simplificación. Sobre todo porque basta con poner “relatos eróticos” en el buscador de Google para encontrar numerosos materiales para todos los gustos, desde muchos de dudosa calidad hasta algunas piezas bien logradas.
Por eso, otra de las explicaciones que aparece para entender el fenómeno James es el de la legitimación o el permiso que parece otorgar el envase de novela romántica para que muchas mujeres se hayan animado a consumir historias eróticas. Para la filósofa y escritora Esther Díaz, “todo el dispositivo de la sexualidad está en función del hombre. Entonces, como socialmente no está bien visto que la mujer consuma pornografía, evidentemente se encontró una manera diferente para que una mujer pueda, sin vergüenza, comprar un libro y calentarse leyéndolo, porque viene con formato de novelita rosa”.
“El que tiene el poder de decisión es el hombre –agrega Díaz– entonces se hacen dispositivos para vender, por supuesto. Pero no se pueden vender quinientas páginas pornográficas. La mujer se excita como cualquier ser humano, pero todavía siente el peso del rechazo social sobre su cuerpo, y lo mismo pasa con los juguetes sexuales. Los hombres entran sin ningún problema a comprarlos, pero en general las mujeres hacen la compra por correo o por Internet. Entonces, en el caso de este tipo de libros vienen en una envoltura social que permite que ellas lo compren sin ningún tipo de culpa”.
En sintonía con esta interpretación, Cambariere, de Grijalbo, señala que la política publicitaria de Amazon para la trilogía de James fue decir: “Nadie va a saber lo que estás leyendo”.
“La hipótesis mía –continúa Díaz– es que a las mujeres nos siguen construyendo como en el siglo XIX, desde el punto de vista de la construcción de género. Es cierto que no somos siervas como en la Edad Media, pero no llegamos a la liberación que nos creímos cuando éramos jóvenes, en los años sesenta, cuando creíamos que había una libertad plena con el varón. Ni siervas ni liberadas, sobrecargadas. ¿Por qué? El paradigma no cambió, la mujer tiene acceso a más actividades, pero recargándola. No tengo estadísticas, pero también les está prohibido a las mujeres, yo lo he hecho personalmente, ir y comprar una revista pornográfica, porque el señor del quiosco no sabe qué hacer con eso. El vendedor se perturba si es una revista pornográfica, y no te digo si es de sadomasoquismo. No se nos está permitido el acceso a todos los estímulos sexuales. La gran parte o el noventa por ciento de lo que se produce en pornografía es para los hombres. Incluso los programas femeninos de televisión, aun cuando parecen re zarpados, siempre tiene que ser sobre cómo excitarlos a ellos”.
La historia de Cincuenta sombras de Grey encuentra bastantes similitudes con la sagaCrepúsculo, de la que James es confesa seguidora: la protagonista femenina es una chica fuerte pero algunas veces insegura, pálida y con una belleza desgarbada. En ambas historias el protagonista masculino es rico, atractivo y con un alto grado de obsesión por controlar los pensamientos y los movimientos de su amada.
Las prácticas sexuales de los personajes de la novela pueden encuadrarse en un sadomasoquismo “soft”, y la propia escritora reconoció en las entrevistas que había hecho un trabajo de investigación de este género en Internet, una tarea a la que calificó de “muy divertida”.
Con un claro gancho en el erotismo y algunos momentos de desencanto por su estilo literario básico y recursos reiterados en exceso (como cuando se despierta a cada rato la “diosa interior” de la protagonista) es innegable que la trilogía parece haber sacado a la luz que muchas mujeres disfrutan de la lectura de relatos eróticos sin golpes bajos, que no llegan a la pornografía pero que tampoco se detienen demasiado en la profundidad de sus personajes, desde el punto de vista de su psicología, claro.
“Creo que he destapado algo porque a todos, en cierto modo, nos gusta tener la fantasía del control. ¿Quién no ha pensado, harto de organizar todo, lo agradable que sería que otra persona nos controlara?”, se preguntó James, en una rueda de prensa en España. Y agregó: “Puede que a las mujeres les guste leer novelas de amor y fantasías sexuales, algo que les aleje del runrún de la vida cotidiana. Puede que se trate de una vía de escape”.
Catalogada en varios medios como “una vuelta de tuerca al género romántico”, el “Harry Potter para adultos” o “el Crepúsculo para matrimonios”, el primer tomo de la trilogía llegó a la Argentina el primero de julio, y ya vendió unos mil ejemplares por día. Ahora está por verse cuánto de curiosidad, cuánto de campaña comercial y cuánto de genuino interés había en las lectoras de nuestro país de acuerdo al éxito que tengan los otros dos tomos, Cincuenta sombras más oscuras, que salió a la venta en agosto, y el que llegará en setiembre, Cincuenta sombras liberadas.
Mientras sigue el debate, James ya se convirtió en una escritora de éxito –que amenaza con seguir las huellas de J. K. Rowling, la autora de Harry Potter– así como en la feliz poseedora de varios millones de dólares.
“A las mujeres les gustan las fantasías sexuales porque la parte más erótica de su cuerpo está dentro de su cabeza”, sostuvo recientemente su autora, Erika Leonard James, una productora de televisión de 48 años, casada y con dos hijos adolescentes, que primero protegió su identidad firmando con sus iniciales y luego sucumbió a la inesperada fama y apareció con su verdadero nombre para participar de las entrevistas y las presentaciones de sus libros. Mientras ya tiene derechos de traducción comprados en cuarenta países y derechos cinematográficos adquiridos, la obra desató un debate donde rápidamente aparecieron críticos y defensores: por un lado, quienes sostienen que la obra tiene escasas cualidades literarias y, por el otro, quienes le reconocen el mérito de haberse instalado en un terreno fértil: el de la literatura erótica sostenida por una historia romántica.
“Si hay amor no hay pecado”, parece ser la consigna de la protagonista de esta novela, Anastasia Steele, una joven norteamericana a punto de terminar sus estudios, a los 21 años, virgen y sin ninguna experiencia amorosa, que un día conoce al empresario Christian Grey –joven, lindo, educado, rico y con ciertas inclinaciones sadomasoquistas– que la introduce en una historia de sexo y seducción, y la convierte rápidamente en su experimentada y multiorgásmica amante.
Los números no dejan dudas sobre el fenómeno comercial, que recuerda por el volumen de ventas a otro éxito británico, el de Harry Potter. La obra de James vendió cuatro millones de ejemplares en las primeras cuatro semanas desde su lanzamiento en los Estados Unidos, 90 mil ejemplares el primer fin de semana en la tradicional librería Barnes & Noble, y Universal adquirió los derechos cinematográficos por nueve millones de dólares, después de una feroz competencia con las productoras rivales. La autora de la novela admitió que cuando firmó el contrato con la editorial Random House su principal ambición era, simplemente, ver sus obras en las librerías, y que no tenía ni idea de que su novela se convertiría en un fenómeno de ventas. Un tiempo antes había abandonado su carrera en la televisión para dedicarse a su familia, y reconoció que comenzó a escribir esta trilogía sólo como un entretenimiento.
La primera de las tres novelas se publicó en formato electrónico, como e-book, lo que habría sido un punto a favor: miles de lectoras pudieron descargarla en privacidad, lo que fomentó la recomendación boca a boca. El “secreto” se difundió rápidamente, y cuando se publicó el primer libro en papel, el éxito estaba asegurado.
La editora del libro en la Argentina, Florencia Cambariere, del sello Grijalbo, señaló a Ñ que la venta del primer título de la trilogía “superó las expectativas, porque no siempre un fenómeno de ventas que viene de afuera se repite en el mercado local”. “No es una novela romántica con toques eróticos, es una novela erótica en el marco de una novela romántica”, aseguró la editora.
“El libro se está vendiendo muy bien, el primero y el segundo tomo de la trilogía están en primer lugar de ventas; más de mil ejemplares por día del primer libro es un fenómeno editorial, más allá de cómo venía la promoción, con mucha fuerza de ventas en los Estados Unidos, y también en España, donde acaba de salir con mucho éxito”. “A nivel editorial –confiesa Cambariere– más allá de esa fuerza de arrastre, el plus que tiene es que a la novela romántica tradicional, que de por sí vende mucho, hay que sumarle todo este contenido erótico o sexual, muy explícito. Esto rompió un poco el techo de cristal de la novela romántica y se amplió a otro público, que se animó con esto”.
A la hora de definir la obra de James, Cambariere señaló que “es un juego psicológico entre los dos personajes –Anastasia y Christian– pero para mí es una historia de amor tradicional, porque él muere de amor por ella desde que la ve. Pero creo que fue el alto voltaje erótico lo que más atrajo de esta obra. Es la diferencia entre Danielle Steel y esto, y en eso el boca a boca también influyó muchísimo”. “Creo que es una novela bien escrita pero también bien comercial, muy orientada hacia el entretenimiento, es un objeto de consumo en definitiva, y se sostiene bastante en el caso del primer tomo, teniendo en cuenta que son sólo dos personajes fuertes y algunos secundarios. En el segundo tomo hay más personajes”, adelanta.
Historias eróticas
Atribuir todo el éxito de ventas de esta trilogía a sus pasajes eróticos, desprovistos de metáforas, es una simplificación. Sobre todo porque basta con poner “relatos eróticos” en el buscador de Google para encontrar numerosos materiales para todos los gustos, desde muchos de dudosa calidad hasta algunas piezas bien logradas.
Por eso, otra de las explicaciones que aparece para entender el fenómeno James es el de la legitimación o el permiso que parece otorgar el envase de novela romántica para que muchas mujeres se hayan animado a consumir historias eróticas. Para la filósofa y escritora Esther Díaz, “todo el dispositivo de la sexualidad está en función del hombre. Entonces, como socialmente no está bien visto que la mujer consuma pornografía, evidentemente se encontró una manera diferente para que una mujer pueda, sin vergüenza, comprar un libro y calentarse leyéndolo, porque viene con formato de novelita rosa”.
“El que tiene el poder de decisión es el hombre –agrega Díaz– entonces se hacen dispositivos para vender, por supuesto. Pero no se pueden vender quinientas páginas pornográficas. La mujer se excita como cualquier ser humano, pero todavía siente el peso del rechazo social sobre su cuerpo, y lo mismo pasa con los juguetes sexuales. Los hombres entran sin ningún problema a comprarlos, pero en general las mujeres hacen la compra por correo o por Internet. Entonces, en el caso de este tipo de libros vienen en una envoltura social que permite que ellas lo compren sin ningún tipo de culpa”.
En sintonía con esta interpretación, Cambariere, de Grijalbo, señala que la política publicitaria de Amazon para la trilogía de James fue decir: “Nadie va a saber lo que estás leyendo”.
“La hipótesis mía –continúa Díaz– es que a las mujeres nos siguen construyendo como en el siglo XIX, desde el punto de vista de la construcción de género. Es cierto que no somos siervas como en la Edad Media, pero no llegamos a la liberación que nos creímos cuando éramos jóvenes, en los años sesenta, cuando creíamos que había una libertad plena con el varón. Ni siervas ni liberadas, sobrecargadas. ¿Por qué? El paradigma no cambió, la mujer tiene acceso a más actividades, pero recargándola. No tengo estadísticas, pero también les está prohibido a las mujeres, yo lo he hecho personalmente, ir y comprar una revista pornográfica, porque el señor del quiosco no sabe qué hacer con eso. El vendedor se perturba si es una revista pornográfica, y no te digo si es de sadomasoquismo. No se nos está permitido el acceso a todos los estímulos sexuales. La gran parte o el noventa por ciento de lo que se produce en pornografía es para los hombres. Incluso los programas femeninos de televisión, aun cuando parecen re zarpados, siempre tiene que ser sobre cómo excitarlos a ellos”.
La historia de Cincuenta sombras de Grey encuentra bastantes similitudes con la sagaCrepúsculo, de la que James es confesa seguidora: la protagonista femenina es una chica fuerte pero algunas veces insegura, pálida y con una belleza desgarbada. En ambas historias el protagonista masculino es rico, atractivo y con un alto grado de obsesión por controlar los pensamientos y los movimientos de su amada.
Las prácticas sexuales de los personajes de la novela pueden encuadrarse en un sadomasoquismo “soft”, y la propia escritora reconoció en las entrevistas que había hecho un trabajo de investigación de este género en Internet, una tarea a la que calificó de “muy divertida”.
Con un claro gancho en el erotismo y algunos momentos de desencanto por su estilo literario básico y recursos reiterados en exceso (como cuando se despierta a cada rato la “diosa interior” de la protagonista) es innegable que la trilogía parece haber sacado a la luz que muchas mujeres disfrutan de la lectura de relatos eróticos sin golpes bajos, que no llegan a la pornografía pero que tampoco se detienen demasiado en la profundidad de sus personajes, desde el punto de vista de su psicología, claro.
“Creo que he destapado algo porque a todos, en cierto modo, nos gusta tener la fantasía del control. ¿Quién no ha pensado, harto de organizar todo, lo agradable que sería que otra persona nos controlara?”, se preguntó James, en una rueda de prensa en España. Y agregó: “Puede que a las mujeres les guste leer novelas de amor y fantasías sexuales, algo que les aleje del runrún de la vida cotidiana. Puede que se trate de una vía de escape”.
Catalogada en varios medios como “una vuelta de tuerca al género romántico”, el “Harry Potter para adultos” o “el Crepúsculo para matrimonios”, el primer tomo de la trilogía llegó a la Argentina el primero de julio, y ya vendió unos mil ejemplares por día. Ahora está por verse cuánto de curiosidad, cuánto de campaña comercial y cuánto de genuino interés había en las lectoras de nuestro país de acuerdo al éxito que tengan los otros dos tomos, Cincuenta sombras más oscuras, que salió a la venta en agosto, y el que llegará en setiembre, Cincuenta sombras liberadas.
Mientras sigue el debate, James ya se convirtió en una escritora de éxito –que amenaza con seguir las huellas de J. K. Rowling, la autora de Harry Potter– así como en la feliz poseedora de varios millones de dólares.
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