Por Silvia Hopenhayn | Para LA NACION
Dos personajes femeninos de una novela policial juvenil esperan bajo una lluvia torrencial que la culpable de un crimen dé la cara. O más bien, diga su verdadero nombre. Ellas son una adolescente perseverante y hacendosa, llamada Inés, y su cómplice y compañera, Amparito, jubilada del Rawson. Esperan bajo la lluvia que aparezca la encubridora de un cruento asesinato ocurrido a fines de los años 50.
Llueve también mientras estoy leyendo Octubre , un crimen , de Norma Huidobro (ahora en su novena reimpresión de Ediciones SM, Premio El Barco de Vapor 2004, en recomendación para mayores de 12 años). La lluvia que golpea mi ventana se mezcla con la tormenta de la trama. Ya no sé dónde llueve. Las gotas se deslizan por las páginas del libro haciendo un surco de ficción en mi realidad apacible. Sin duda se trata de una precipitación que anuncia un desenlace tormentoso.
Recuerdo de súbito la frase de Verlaine: " Il pleure dans mon coeur, comme il pleut sur la ville " ("Llora en mi corazón como llueve en la ciudad " ). El corazón en esta historia es el de la joven Elena, que supuestamente se tiró de la torre de su mansión luego de que su padre muriese de una enfermedad incurable.
Esta original y punzante novela juvenil es una ráfaga de frescura para el género policial. Pero también para el género femenino? ¡y hasta el género de un vestido! Más precisamente, de un dobladillo. Es la historia de un doblez que da cuenta de los dobleces de la historia. En efecto, la pista detonadora de la espontánea investigación que lleva a cabo la protagonista es una carta que se encuentra en el ruedo de un vestido floreado. Un vestido de los años 50.
La carta fue escrita por Elena e implora ayuda, advirtiendo la secuencia de crímenes venideros. El vestido llega al presente con la carta intacta. Inés se los llevará puestos (carta y vestido) para asistir casi obligada a una fiesta de disfraces de su repelente prima Ayelén.
Ella quería disfrazarse de una mujer de los años 50 y ese mismo afán la trasladaría a la época del vestido. Veamos qué ocurre: como le quedaba largo, al descoser el ruedo descubre la carta. La carta de una suicida encuentra una destinataria inesperada, 50 años más tarde.
La idea de la novela es original. Y está escrita con afecto y vertiginosidad. Da cuenta de cómo hace falta pasar por la experiencia a la hora de investigar, sin saber del todo lo que se está buscando, ya sea en una hemeroteca o en el lugar de los hechos. La atención depende en parte de la manera en que se tiene en cuenta a los demás. En este caso, la atención que brinda la protagonista a una joven extraviada en el pasado y a una jubilada que reclama justicia en el presente.
Porque ¿a quién está dirigida una carta de auxilio que no fue leída en el momento en que se lo solicitaba? ¿Qué mejor escondite -tan recónditamente femenino- que el dobladillo de un vestido que se descose como la historia misma?
No cabe duda: Octubre, un crimen es una gran novela de género. Y tengo la lluvia como testigo.
© La Nacion.
1 comentario:
Muy interesante!! Los invito a conocer también una novela juvenil de literatura fantástica: Gemma.
Visitá el blog: http://gemma-vaninarodriguez.blogspot.com/
Se adquiere en Librerías Santa fe.
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