Vida. La autobiografía de Keith Richards
“No creo que lo estuviera buscando”, dice Keith Richards en voz baja, casi gruñendo. El guitarrista de los Rolling Stones se refiere a todos los tipos de problemas que recorren su autobiografía, Vida, como un tren descarrilado: las drogas, los policías, su síndrome de abstinencia y también las luces y sombras en la relación con su amigo de la infancia, Mick Jagger. “Esta es la forma en la que sucedió”, dice Richards sentado en la oficina de su mánager en Nueva York mientras prueba, a media tarde, un cóctel en un vaso de plástico rojo. “Los conflictos surgen todo el rato, especialmente cuando trabajas en una unidad cerrada”, dice el stone. Después de una profunda carcajada, suelta: “Si yo estoy en conflicto con alguien, significa que alguien está en conflicto conmigo”.
El título del libro de Richards, Vida, es una descripción simple y concisa del contenido: los altos y bajos en la vida del guitarrista de 66 años, desde su nacimiento hasta ahora, todo relacionado con su cadencia natural de pirata inconformista. En Life, Richards, que ha escrito el libro junto al biógrafo británico James Fox, da marcha atrás y se sumerge en la infancia que vivió durante la posguerra, a su condición de hijo único de padres divorciados en el suburbio londinense de Dartford. También relata el momento en el que el blues lo rescata emocionalmente, cuando se forman los Rolling Stones y el vínculo creativo que le une a Jagger. Hay un momento en el que Richards describe la vuelta al lugar donde se crió, en Dartford, su visita al piso de tres habitaciones y a la tienda de comestibles donde él, su madre Doris y su padre Bert, vivieron desde 1949 hasta 1952. “Es casi como si estuvieras observando a otra persona”, dice Richards ahora. Y añade: “Después empiezas a recordar con dolor ciertas cosas, como el olor de la lámpara de gas de mi abuela o el sonido que hacía mi abuelo al arrastrar los pies y cuando decía: ‘Hacedle al chico unos huevos con patatas fritas”.
Richards relata, con todo lujo de detalles, la sórdida relación con la heroína que le mantuvo al margen de la ley durante diez años, y que finalizó en 1979. “Si no hubiese hecho hincapié en esta etapa, se habría perdido algo importante”, afirma el guitarrista. “Mientras me drogaba, estaba completamente convencido de que mi cuerpo era mi templo y por la tanto que podía hacer lo que quisiera con él y nadie tenía derecho a decirme nada”, señala. Sin embargo, también cuenta todo el daño que causó al tomar esta determinación: la pérdida de su compañero, el vaquero cósmico Gram Parsons, la ruptura con su novia, Anita Pallenberg, y la muerte de su pequeña hija en 1976, Tara, mientras él estaba de gira. “Abandonar a un recién nacido es algo que nunca podré perdonarme”, declara Richards en Vida.
“Cuando empezamos a hablar de esta etapa”, explica el coescritor, James Fox, “a Keith no le salían más de cinco palabras seguidas. Entonces nos dimos cuenta de que teníamos que volver a ella, y después Richards me dijo que pensaba en ello cada semana”. La primera vez que Fox entrevistó a Richards fue en 1973 para un periódico de Londres. Fox explica la mecánica a la hora de elaborar Vida: “Hablamos de momentos y periodos, pero nunca cronológicamente. Tuvimos encuentros desde 2007, a veces hasta tres horas al día durante varias jornadas consecutivas”. El libro incluye testimonios de amigos de Richards entrevistados por Fox, como la cantante Ronnie Spector (“un amor temprano”) y el saxofonista Bobby Keys. Pero Fox no habló con el resto de los Stones. “Lo intenté”, dice, “pero hay una especie de tradición entre ellos de no contar nada en los libros de los demás”.
Life en última instancia consta de dos historias: una de música, mala conducta y supervivencia; y otra de cariño, perplejidad y a veces indignación sobre la relación entre Richards y Jagger, incluyendo sus batallas por el control y el destino de la banda. “Tenía la sensación de que Mick no iba a tener ningún problema con la verdad”, comenta Keith. Se queda en silencio durante unos momentos y continúa: “No hay duda de que es tan irritante para él como puede ser para mí”.
Jagger ha leído el libro, dice Richards: “Y estaba un poco molesto por esto y por aquello”. Sin embargo, el guitarrista insiste: “Mick y yo seguimos siendo grandes amigos y todavía queremos trabajar juntos”. La prueba de Richards: él y Mick estuvieron hablando en verano sobre hacer algo con los Stones en 2011. Otra carcajada del demonio. “¿Qué sería de la vida si todos estuviésemos de acuerdo y no hubiera problemas?”, se pregunta Richards. “Pues sin conflictos no pasaría nada, no habría blues o no existiría Happy [refiriéndose a su canción del Exile on main street de 1972]”. Y definitivamente tampoco existiría Vida.
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