El verborrágico conductor y su vuelco hacia un camino más espiritual
Por Alicia Petti Para LA NACION
Tiene 49 años y se ha hecho famoso por su estilo verborrágico en la radio, donde lleva ya 26 años (su ciclo El exprimidor está al aire seis horas por día), alternando con diferentes ciclos de TV, la gráfica y la escritura de sus libros, como la serie El combustible espiritual , convertido en best seller y ahora en un ciclo televisivo, que debutará el sábado 27, a las 21, por América. Con su vertiginoso estilo, Ari Paluch habló sobre su relación con Macri, su definición como hombre y sobre su regreso a la TV. "Lo último fue Tendencia -cuenta- donde hacía los reportajes. Y ahora regreso con este proyecto que ya hace un tiempo que se había presentado en el canal.
-¿Qué va a encontrar la gente en el programa?
-Hay una necesidad cada vez más grande de la gente de saber qué pasa con las emociones, qué hay más allá del mundo de las formas, qué sucede con el poder interno que tenemos y no usamos, qué pasa con nuestro potencial. Básicamente, el programa va a tener que ver con temas de espiritualidad editados ágilmente, sin aburrir, sin pontificar.
-¿Tendrá algo que ver con el ciclo de Claudio María Domínguez?
-Yo te voy a ser sincero. A Claudio lo escuché, pero nunca lo vi en C5N. De hecho, lo invité a este programa. Si bien estamos en un mismo sendero, somos distintos en la manera de comunicar.
-Tu primer libro fue producto de tu experiencia personal...
-No es que el libro me haya cambiado la vida, sino que, cuando yo cambié mi vida, escribí el libro. Cumplí 40 años; la Argentina estaba en crisis; tuve una muerte cercana; hice lecturas de libros de espiritualidad que me ayudaron; hice terapia con un psicólogo que mezclaba lo psicológico con lo espiritual. Todo eso dio lugar a que yo empezara a ver las cosas de otra manera. Y esto, a su vez, hizo que me aceptase mucha más gente. Ahí empezó el cambio, y eso dio lugar a libros y a un programa de radio que empezó teniendo un minuto a las siete de la mañana; después tuvo una sección entera, un libro, dos libros, y ahora es un programa de TV que será por el tiempo que Dios decida. Porque hay muchas cosas que la gente tendría, pero no tiene, porque se hace todo muy inaccesible. Acá va a estar en un medio masivo, contado de manera didáctica.
-Comenzaste siendo un hombre de los medios de comunicación, y ahora hiciste un vuelco a estas temáticas...
-A mí me enriqueció mucho en lo periodístico. Hay gente que ve un contraste. En realidad, yo siempre fui un difusor. La espiritualidad me enriqueció periodísticamente, al permitirme profundizar los análisis. Ya no te quedás solamente en los síntomas, sino que trabajás más en las causas. Eso me permitió mejorar a la hora de escribir, de analizar un tema y ser didáctico. Me dio otro prestigio, porque escribo de una manera que me dio el mundo espiritual. Y los libros tienen una mezcla de mis percepciones y las de algunos referentes de la espiritualidad: Osho, Chopra. Si me escuchás en la radio, yo soy un tipo que siempre está improvisando. Hace unos años que escribo semanalmente para diarios, y es lo mismo: tengo el don de la comunicación; después, Dios dirá con qué utilidad y con qué objetivo.
-¿Fue idea del canal?
-No, del socio de Raúl Taibo, un pibe muy espiritual. Me mandó unos videos de gente que a mí me gustaba y me dijo que teníamos que hacer algo. Le dije que sí, y presentamos un demo. Al tiempo me invitaron a Desayuno americano y, afortunadamente, el día que fui coincidió con que el programa midió un poco más. Inmediatamente se me acercaron del canal y me preguntaron cuándo arrancábamos. Me probaron y lo aceptaron. En AM pasó lo mismo. Fui por un bloque y me terminé quedando tres. Todo esto no garantiza que a mí me vaya a ir bien, pero demuestra que hay avidez por estas cosas. Hay una masa crítica de lectores.
-¿Qué opinás de la TV actual?
-No me gusta escuchar tantas críticas a la TV, sobre todo teniendo en cuenta que no sólo está la TV abierta; las opciones del cable son muchísimas y, en general, muy buenas: sitcoms, series, documentales, informativos, musicales. De todas maneras rescato a Repetto, Francella, Susana Giménez, Julián Weich, Tinelli como conductor. Hay ficciones muy interesantes. Pero me parece mucha hipocresía decir que no hay nada para ver o que lo que hay no me gusta, cuando las opciones son muchísimas y variadas. Es cuestión de saber elegir.
-¿Qué sentís mirando hacia atrás? Hablemos de tus inicios con Pergolini, en Feedback.
-Empezamos juntos en 1985, y tuvimos mucho éxito durante tres o cuatro temporadas. Primero estuvimos en la FM de Continental; después, en una radio que duró poco tiempo, llamada OK, en la que estuvimos ocho meses. Nunca nos pagaron un peso, pero nos iba muy bien. ¡Le ganábamos a la Rock Pop! Cuando Daniel Grinbank vio eso, pensó cómo podía ser que nosotros, que no cobrábamos, les ganáramos a tipos a los que él les pagaba. Entonces, nos llevó a la Rock & Pop. Fuimos el primer programa en vivo de la historia de esa emisora, que hasta aquel momento pasaba una cinta grabada.
-¿Te considerás rockero?
-Me gustaba mucho el rock, y cuando fui a la Rock > Pop aprendí mucho. Nunca me encasillé, igualmente, porque también me gusta el pop. Mario era mucho más rockero que yo. Fueron cuatro temporadas, hasta que llegó un momento en que Mario y yo crecimos hacia lugares distintos. No tenía sentido que siguiéramos juntos, y fue para bien. Grinbank pasó de cuatro horas de programación a ocho y se aseguró cuatro horas de Mario y cuatro mías; más las cuatro horas de Lalo Mir, éramos primeros todo el día. Hubo gente que pensó que era obra de Grinbank, cuando fuimos nosotros. Después, él se "piró" y nos echó a todos, menos a Mario.
-¿Cómo es tu relación con Mario ahora?
-Muy buena, pero muy distante, porque no nos vemos nunca. Y eso que vivimos a dos cuadras. Pero creo que fuimos muy necesarios el uno para el otro. Yo tenía un nivel de laburo que a Mario le venía muy bien, y él tenía un carisma y unos contactos que yo no tenía. Encastrábamos muy bien. Había una retroalimentación, el título Feedback estaba muy bien. Fuimos una gran pareja, y el éxito no fue en vano. El siempre se supo rodear muy bien.
Una forma equilibrada de repartir el tiempo
Aunque pareciera ser uno de esos hombres que trabajan todo el tiempo, Paluch asegura que sabe repartir sus tiempos. "Los viernes a la tarde me desenchufo. Juego al tenis, hago asados y recién me reconecto el domingo a la noche. Así que hay 48 horas en las que estoy con mi familia. En la semana, trato de ir al cine con mi mujer, y la mayoría de los días almuerzo o ceno con mis hijos. Con mi mujer tratamos de acostarnos a las once, pero hay días que hasta las doce y media no nos dormimos, y ahí la venganza llega con la siesta del día siguiente, porque, si no, funcionás con tres cilindros.
-¿Cómo te definirías?
-Soy un hombre que cree en el matrimonio entre el esfuerzo humano y la gracia divina. El esfuerzo por sí sólo es en vano, y la gracia no viene si no hay esfuerzo. Soy un luchador que es un agradecido de que haya una parte que no es lucha, sino providencia.
-¿Te considerás un tipo exitoso?
-Sí, y más que nada porque creo que el éxito es, desde el punto de vista espiritual, hacer aquello que te gusta, aquello para lo que viniste acá, sin tener que convertirte en lo que no sos. Ese es mi éxito, y además, como consecuencia de eso, tengo a mi familia, mis hijos. Mi éxito es tener un sello. Quiero morir con ese sello; quiero ser yo. Y la espiritualidad es eso: ser vos..
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