LONDRES.- ¿Está escribiendo una novela sobre intrigas palaciegas con Ana Bolena de protagonista? Si quiere publicarla en Gran Bretaña, espere unos días. ¿Una de aventuras sobre un hijo ilegítimo de Enrique VIII que se vuelve pirata? Levante la pluma de inmediato. ¿O algún romance estilo Corín Tellado durante los agitados días de la colonia? Váyase de vacaciones. Porque si en las próximas semanas el juez falla que hubo plagio en El código Da Vinci, "el futuro de la ficción en general, y en particular de la novela histórica, podrá verse sensiblemente afectado".
Así asegura a LA NACION David Hooper, abogado del estudio Reynolds Porter Chamberlain y uno de los máximos especialistas en derecho de propiedad intelectual británico, respecto del juicio más mediático del año. Naturalmente, el que Michael Baigent y Richard Leigh, dos de los tres autores de Holy Blood, Holy Grail (publicado en español como El enigma sagrado), iniciaron contra Random House al sostener que Dan Brown copió en su famosa novela, publicada por esa editorial, la tesis central de su libro. El juicio, que se desarrolla aquí, se suspendió hasta el martes para dar tiempo al juez de analizar ambas obras.
"En el caso de que el juez fallara que hubo plagio en el libro, se estaría extendiendo considerablemente el alcance de la ley de propiedad intelectual", explica Hooper. Porque a diferencia de casos anteriores, donde un novelista copió a otro novelista, en este caso lo que sostienen los demandantes es que el novelista "tomó ideas y la arquitectura" de un trabajo supuestamente histórico. "Y se supone que la historia nos pertenece a todos. Son datos. Es como si alguien me demandara por poner que Franco murió en 1975", subraya Hooper.
De cualquier manera, existe un antecedente en la justicia británica: en 1980, Trevor Ravenscroft acusó a James Herbert, autor del best seller La daga, de basarse para su novela en su libro de no ficción sobre la daga usada en la crucifixión de Cristo. "Pero allí había párrafos concretos que era evidente que habían sido levantados", señala Hooper. Aquí, en cambio, se trata de algo tan ambiguo como "ideas y arquitectura", sumado a que las ideas de El enigma sagrado tampoco eran del todo originales en sí.
¿Un golpe publicitario?
"Nadie piensa que Leigh y Baigent tengan la más remota oportunidad de ganar, pero deben tener alguna carta en la manga que no mostraron hasta ahora, porque un juicio así es muy caro y no lo hubiesen empezado de otra manera. Otros sostienen que todo es un golpe publicitario de Random House, que, después de todo, publica ambas obras", explicó a LA NACION un importante editor británico que pidió mantener el anonimato.
Por otra parte, distintos abogados litigantes consultados se preguntaron, extrañados, dónde estaban los daños para los autores de El enigma... Después de todo, las ventas de su propio libro aumentaron dramáticamente por el interés del público por el origen de El código Da Vinci y el litigio en sí. Al respecto, dice Hooper, es significativo que en el propio El código Da Vinci se mencione el libro El enigma sagrado y que el nombre de uno de los protagonistas (Sir Leigh Teabing) sea un anagrama del nombre de los autores que ahora le iniciaron un juicio. "Si uno está copiando trata de esconderlo, no de llevar al lector directo a la fuente", subraya.
El libro de Baigent y Leigh (Henry Lincoln, el tercer autor, se abstuvo de participar de la demanda) se publicó en 1982 y narra que Jesús se casó con María Magdalena, que no murió en la cruz y que ambos tuvieron un hijo que vivió en Francia, enlazado posteriormente con los reyes franceses, cuyos descendientes aún viven.
En El código Da Vinci, Cristo también tuvo un hijo con María Magdalena. La trama central de la novela gira sobre los intentos de la Iglesia Católica de evitar que se conozca a los descendientes de Jesús. El abogado de Random House no sólo sostuvo que el tema central de El enigma sagrado no aparece en el libro de Brown, sino que las ideas que Leigh y Baigent tratan de proteger son "demasiado generales" para ser protegidas por la propiedad intelectual. Y añadió que en El código Da Vinci no aparecen dos ideas centrales de El enigma sagrado: una sociedad secreta que pretende restaurar a los descendientes de Jesús en los tronos europeos y el hecho de que la crucifixión de Jesús fuera falsa y pudiera sobrevivir.
El juicio volvió a sacar a luz la vieja disputa sobre cuán original puede ser una obra de ficción. "Shakespeare tomó sus mejores argumentos de Holinshed. El musical «West Side Story» fue robado de Shakespeare. Paraíso perdido, de Milton, está basado desvergonzadamente en el libro de Génesis. Goethe tomó la idea de Fausto de Marlowe", señala en The Times el columnista Richard Linklaters.
Harold Bloom, en diálogo con LA NACION, se negó a definir el plagio "porque para mí no hay diferencia con la literatura. Como dijo mi gran héroe, Ralph Waldo Emerson: «¡Los originales no son originales!». Según Bloom, "hay ciertas figuras que han pasado por la historia y agotaron el stock de realidad y lenguaje para describirla. Después de Shakespeare nadie puede llamarse original. ¡Y Shakespeare mismo ni siquiera era original!".
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2 comentarios:
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