"No ir corriendo al psiquiatra", dice Juan D. Nasio
"En presencia de un adolescente difícil, nuestra mejor respuesta como padres es saber esperar el final de la tempestad", aconseja Juan David Nasio, reconocido psicoanalista y psiquiatra argentino radicado en París, y recuerda que la adolescencia es una etapa del crecimiento que tiene un inicio, pero también un final.
"Que en algún momento se termina es evidente, pero es bueno recordarlo. Son muchos los padres que recibo en mi consultorio y a los que esta palabra los alienta y les da fuerza para no reaccionar mal ante el joven y para poder tener una actitud positiva", dice Nasio, que visitó la Argentina para presentar su más reciente libro: ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? (Editorial Paidós).
Nasio, discípulo y traductor de Lacan, además de fundador de los Seminarios Psicoanalíticos de París y autor de 20 libros, cree hasta tal punto en que debe prevalecer una actitud de calma que incluso recomienda no salir corriendo al psiquiatra ante el menor signo de un desajuste. Insta a tratar de resolver los problemas basándose en el instinto paterno, o pidiendo ayuda a la familia y amigos.
También advierte que hoy la adolescencia se está prolongando. "En los países más avanzados, donde hay más población, más Internet, más medios de comunicación, la adolescencia está empezando a los 10 u 11 años, cuando antes comenzaba a los 12."
-¿Cuáles son las causas de este inicio tan temprano?
-No se sabe bien. La menarca normalmente aparecía entre los 12 y los 13, y ahora está apareciendo a los 11. La adolescencia comienza con la pubertad, que es un fenómeno corporal, y va a terminar con un fenómeno social: cuando el joven se va de la casa de los padres y se vuelve autónomo. Pero hoy la adolescencia ntambién termina más tarde: con el desempleo, los chicos se quedan en la casa de los padres. A los 25 o incluso a los 30 siguen estando allí.
"La adolescencia es una neurosis sana, ya que es pasajera y se disuelve por sí misma. Pero con esta condición: que los padres acierten a atravesar la tempestad sin banalizar los problemas ni dramatizarlos", afirma Nasio.
-¿Cuáles son las conductas que hoy aparecen antes de lo que los padres esperan?
-El signo más típico es un comportamiento variable y con mucha brusquedad en todo lo que es sentimiento. Por momentos, el adolescente es muy cariñoso con los padres -es como un niño, y ellos están muy contentos-, y horas más tarde, es de una agresividad insoportable: nos tratan con un desprecio y con una rabia que nos asusta, y que muchas veces despierta también en nosotros rabia. También son por momentos muy activos y se lanzan a hacer proyectos, y otras veces están inactivos, como si nada tuviera valor.
-¿Còmo se explican esos cambios bruscos de comportamiento?
-Con la pubertad hay un aumento de las pulsiones, las hormonas son fuertes. Es el momento en que el adolescente tiene ganas de hacer cosas. Y a veces, al revés, de apagarse. Esto ocurre porque hay mucha fuerza en la pulsión, pero al mismo tiempo el adolescente tiene un superyó muy severo. Es como si tuviera un juez dentro de él que lo trata muy mal. Por un lado, pulsiones que suben, y por otro, un juez que le dice «callate, estúpido, guardá tu fuerza».
-Además de paciencia, ¿qué otras actitudes recomienda para lidiar con un adolescente?
-Es muy importante saber que el adolescente es muy sensible a la humillación. Entonces, el problema de los padres es, en la medida de lo posible, no decir nada que los toque en el amor propio. Porque muchas veces la agresividad del adolescente despierta nuestra agresividad, y le decimos cosas muy hirientes. Eso hay que evitarlo, porque uno mañana va a querer que su hijo sea una persona que tenga confianza en sí misma.
Por otro lado, la adolescencia es la época del estudio, y muchas veces amenazamos al adolescente, diciéndole «si no estudiás, vas a ser un inútil». Uno lo dice creyendo que el adolescente tendrá la lucidez suficiente para saber que hay que trabajar hoy para mañana recibir los frutos. Pero el adolescente no tiene esa lógica. Su lógica es vivir en el presente, no entiende el más tarde.
Por eso, el querer estimularlo con la amenaza de un futuro pesimista no funciona. El planteo debe ser por lo positivo. "Yo pienso que podés hacerlo", darle esta confianza. Y también: "Hay que estudiar porque en la edad que te toca es lo que tenés que hacer", es una obligación.
COMPORTAMIENTOS DE RIESGO
"Yo agrupo a la población adolescente en tres sectores. El mayoritario, felizmente, es el que responde a la descripción que hice de un ser con comportamientos, sentimientos y pensamientos contradictorios, difíciles de manejar, pero que responden a la turbulencia normal. Otro sector, mucho más minoritario, es del de los que tienen enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia.
Pero después tenemos un sector de adolescentes que son los que tienen comportamientos antisociales, violentos, con droga o sin ella, y a veces violentos contra ellos mismos. Pienso en los jóvenes que queman autos o que necesitan atacar el orden. Otras veces es el fenómeno de Internet, pasan horas y horas delante de las pantallas. Otro problema es la pornografía en las pantallas de Internet: es mucha excitación para una cabeza de 11 o 12 años, todavía inmadura, que no tiene la capacidad de asimilarla.
Otro punto muy importante en la población adolescente es el problema de las perturbaciones alimentarias. Aparecen la anorexia, sobre todo en las chicas, o la bulimia.
-¿Qué signos permiten distinguir entre conductas normales y peligrosas?
-Hay tres cosas que permiten a un padre o a una madre saber si ese problema del hijo se va a resolver por sí mismo o si va a haber que consultar con un profesional. Un criterio es la duración: si mi hijo está frente a la pantalla tres horas, ya es mucho. Pero si está seis o siete horas, ahí estamos ante un problema.
Un segundo criterio, muy importante, es la intensidad. Es decir, que sea algo que hace sufrir a la familia o que hace sufrir al adolescente. Si una chica, por ejemplo, hace dieta para ser delgada es una cosa; pero si eso se acompaña por hacerse vomitar o la menstruación se detiene, está mostrando que esa perturbación le trae complicaciones muy difíciles de soportar para ella o para la familia.
Y el tercer criterio, el más detectable, más visible, es la invasión en la vida del sujeto. Si un muchacho estudia, las notas son medianas y pasa tres o cuatro horas delante de la pantalla, está integrado en la vida. Si, en cambio, no estudia, está ausente de la escuela y pasa seis horas en Internet, evidentemente, la pantalla está invadiendo su vida.
Un punto importante es que no recomiendo consultar al profesional enseguida. Somos padres, tratemos de resolver las cosas nosotros. Si nos sentimos impotentes, llamemos a terceros, que sean de la familia -los abuelos, los tíos- o un amigo. Los terceros son muy buenos intervinientes, porque muchas veces resuelven el problema sin médico, sin psicólogo. Si los terceros fallan, entonces recién allí podemos ir al psicoterapeuta.
Yo recomiendo a los padres no precipitarse a los psicólogos ni a los médicos.
JUAN DAVID NASIO
Profesión: psicoanalista
Edad: 70 años
Origen: Rosario, Argentina
Se graduó de médico en la UBA y realizó su residencia de psiquiatría en el Hospital Evita, de Lanús. Radicado desde 1969 en París, Francia, participó de los seminarios del célebre psicoanalista francés Jacques Lacan y tradujo a su pedido sus Escritos al español. En 1971 fue designado docente de la Universidad de París VII, en la Sorbona, cargo que ocupó durante 30 años. Luego, fundó los Seminarios Psicoanalíticos de París. Es autor de más de 20 libros. En 1999, recibió la Legión de Honor, y en 2004, la Orden del Mérito
Edad: 70 años
Origen: Rosario, Argentina
Se graduó de médico en la UBA y realizó su residencia de psiquiatría en el Hospital Evita, de Lanús. Radicado desde 1969 en París, Francia, participó de los seminarios del célebre psicoanalista francés Jacques Lacan y tradujo a su pedido sus Escritos al español. En 1971 fue designado docente de la Universidad de París VII, en la Sorbona, cargo que ocupó durante 30 años. Luego, fundó los Seminarios Psicoanalíticos de París. Es autor de más de 20 libros. En 1999, recibió la Legión de Honor, y en 2004, la Orden del Mérito