lunes, 28 de noviembre de 2011

Un delicioso retrato de la soledad y del universo femenino

La autora chilena presentó su libro 10 Mujeres; donde la soledad es el denominador común

Por Alejandra Rey | LA NACION


Tiene un refinamiento atávico y sereno. La modestia de los grandes, tiene; la necesaria para hablar de sí misma sin jamás comenzar con el odioso yo . El humor le brota por los poros y se ríe con todo el cuerpo esta mujer deliciosa y bella que vive en Chile, que milita en la izquierda, que debió exiliarse y que ahora es una escritora notable. Marcela Serrano, de ella se trata, vino a presentar su nuevo libro, 10 Mujeres , la historia de Natasha, una psiquiatra y terapeuta que reúne a nueve de sus pacientes en un lugar aislado, donde se despachan a gusto con todos sus dramas, sin solemnidades, a cara lavada y lágrimas empacadas.

Y, como en todos los libros de Serrano, la soledad es la que manda. La soledad y la certeza de que a todas las mujeres nos pasa lo mismo, que todas tenemos lo mismo que contar; que las heridas que no cierran son aquellas causadas por el amor o el desamor. Entonces, como si el mundo de esas mujeres fuera todo el mundo de las mujeres, entre las 10 está la abusada, la esposa de un desaparecido, la exitosa que cambiaría su finísimo mundo por amor, la lesbiana, la abandonada, la que tuvo cáncer, la que odia a la madre...

- Me conmovió Guadalupe, la chica homosexual: es de una soledad insoportable.

-Sí. Y es el reflejo de lo que pasa en Chile. Chicas jóvenes, hijas de familias progresistas, que no pueden salir del clóset porque sus familias las harían sufrir mucho. Escribí ese capítulo pensando en las madres, para que vean que las pobrecitas tienen que lidiar con su elección sexual y con su familia, cuando para los hombres es diferente, más perdonable. Guadalupe está indefensa, como Luisa, otra de las protagonistas. Ella es la que más me llegó al corazón, porque le hicieron desaparecer al marido y su caso era anónimo, al igual que su sufrimiento y nadie se enteró.

- ¿Por qué las mujeres sufrimos de tanta soledad?

-Yo estoy convencida de que al nacer una abre los ojos y ve un mundo diseñado para otro sexo y ahí empieza la soledad. En Para que no me olvides (otro de sus libros) Blanca, la protagonista, habla justamente de la soledad de ser mujer. Pero lo fantástico es que esa soledad se quiebra con mucha facilidad cuando nos encontramos entre nosotras y nos reconocemos. Por eso digo que las mujeres entre nosotras nunca estamos solas, los hombres sí.

- Hábleme de su soledad.

-Comenzó cuando descubrí el mundo grande, el de la facultad, el del golpe de Estado, el del exilio, el de la política. Es un mundo tremendamente masculino.

- ¿Y en su país se avanzó en los derechos de las mujeres?

-Sí, especialmente desde que hay ley de divorcio y que se considera que todos los hijos son iguales, aun aquellos de fuera del matrimonio. Y otra cosa es que tuvimos a la Michelle como presidenta.

- Ya que habla de mujeres con poder, ¿qué opina de Cristina Fernández?

-Prefiero no meterme en el tema porque tengo sentimientos encontrados. Creo, sin embargo, que está pasando algo en América latina y es que se tiene un respeto público a los hombres y mujeres con poder que en Europa no hay. Allá siempre le buscan cosas ocultas, miserables a la vida privada, en cambio acá es más difícil. Míra a la Michelle: nadie dijo nunca nada sobre su vida, ni con quien salía, ni qué cosas hacía. En cambio, en Europa... Creo que podemos darles lecciones a ellos desde acá.

- Bueno, parece que ahora hay otra mujer fuerte, Camila Vallejo, la líder estudiantil.

-¡Ay, la Camila. Qué muchacha! Me agrada tanto, me gusta... Yo sé lo machista que es la Federación de Estudiantes de Chile, te diría que es el gran bastión de la masculinidad y míra lo que salió, esa niña hermosa, fuerte, que está poniendo en jaque a la derecha. Y nadie sabe nada en Chile sobre la vida privada de la Camila.

- ¿Cómo surge una Camila?

-Míra, Pinochet instauró un neoliberalismo salvaje en la economía y la Concertación modificó muchas cosas, pero eso no lo pudo tocar. Entonces, ahora la gente ve y reconoce que en el poder están aquellos que se habían quedado con toda la riqueza y ya no se soporta. Fue el reconocimiento del abuso, y los estudiantes, muy vivos, tomaron esas banderas. Y la Camila es de una inteligencia espectacular: ella no se enoja nunca y es muy articulada.

- Volviendo al libro. A pesar de que son 10 mujeres, hay una enorme presencia masculina. ¿Fue su caso?

-Mi padre fue una presencia fuertísima. Cuando yo era muy niña él me dijo: "Te tendrás que ganar el pan y ser libre", y eso jamás lo olvidé. Nosotras somos cinco hermanas y creo que en el fondo mi padre no supo qué hacer con nosotras y nos crió como a hombres. Simona (otra de las protagonistas) dice algo importante: "El de los hijos es el único amor gratuito", y yo lo siento así.

- Usted tiene dos hijas y no debe ser fácil tener una madre tan fuerte. ¿La castigan?

-Pues sí, no leen mis novelas..

jueves, 24 de noviembre de 2011

Albert Espinosa arrasa como autor más vendido

"Me quitaron la pierna un Sant Jordi y desde entonces este día tiene algo épico para mí"

Sant Jordi pasó la prueba. La coincidencia con el sábado santo, y la amenaza de lluvia –que finalmente no descargó– no impidieron que la gente volviera a ocupar en masa las calles –un poco menos que otros años, pero solamente un poco–. La actividad se concentró especialmente en el centro de Barcelona y, en el terreno comercial, un triunfador absoluto: Albert Espinosa (Barcelona, 1974) y su novela Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven (Grijalbo/Rosa dels Vents), que fue la más vendida tanto en catalán como en castellano. En no-ficción, el panfleto ¡Indignaos! (Destino), del nonagenario francés Stéphane Hessel, se alzó con el triunfo, también en los dos idiomas, confirmando que la sensación de malestar social que recorre Europa es sólida, pues habría que remontarse a los años de la transición para ver a libros políticamente combativos en lo alto de las listas de ventas.

Si tú me dices..., la novela ganadora, narra la historia de un detective treintañero, especialista en la búsqueda de niños desaparecidos, al que le acaba de abandonar su pareja. Un caso con derivaciones pederastas le va a conducir hasta la isla de Capri. La obra, como las anteriores de Espinosa, trata el tema de las largas estancias en los hospitales, vistos como escuela de sensibilidad y de vida. Espinosa, que comenzó comoautor teatral, explicó en la película Planta 4ª (2003), en la que fue guionista y actor, la historia de su vida de niño en lucha contra el cáncer durante muchísimos años (hasta los 24), y que vio cómo le extirpaban por ello una pierna, un pulmón y parte del hígado. La serie de TV3 Polseres vermelles se basa en la misma experiencia. Ayer, tras saberse que había sido el ganador de la diada, dijo a este diario que “el día en que perdí la pierna era también un Sant Jordi, de hace muchos años, cuando tenía 15, y fue una experiencia épica. Años después, volví a Sant Jordi como autor: cuando publiqué mi primer libro,El mundo amarillo (2008), fui tercero en ventas, sin que nadie lo hubiera previsto. Luego, el año pasado, con mi segunda obra, Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo, quedé el segundo. Y, este año... el primero, así que se pueden imaginar que me parece todo algo increíble y mágico. Pero eso es lo de menos, lo mejor es todo el cariño brutal que he recibido este día, el montón de regalos que me trae la gente, muñecos de Pinocho, porque saben que los colecciono, cartas...”. El autor, rodeado de quinceañeras que se hacían fotos junto a él con el móvil, define su novela como “una mezcla de ternura, aventuras y amor”, y explica que, aunque “la versión original es la castellana, he intervenido mucho en la catalana”.

Otro triunfador del día fue Javier Marías (Madrid, 1951), con su novela Los enamoramientos, que reflexiona, entre otras cuestiones, sobre la atracción amorosa. El autor se mostraba ayer “el mayor sorprendido, estoy perplejo. De hecho, una de las dedicatorias que he puesto esta vez es: ‘Para quien sea, este libro que a punto estuvo de quedarse en un cajón’, porque hace unos meses dudaba de que fuera incluso publicable”. El autor de obras como Todas las almaso Tu rostro mañana se ha encontrado, en Barcelona, con “algunos lectores que han asegurado leerme desde Los dominios del lobo, mi primera novela, publicada hace ya 40 años, y el caso contrario, gente que me decía: ‘Esta es la primera novela suya que he leído’”. Tener a Marías en el ranking de Sant Jordi desmiente a los agoreros que critican el bajo nivel lector. “Se decía –apunta él– que la literatura que más vendía era la demasiado ligera, novelas históricas superficiales. No sé, todo esto me hace pensar que la gente no está tan perezosa. Se siguen vendiendo libros con reflexión, que no solamente contienen una historia”.

Ramon Solsona confesaba que nunca había firmado tantos libros. “A mí no me interesa competir y no le doy importancia a eso de quedr segundo o tercero”. L’ home de la maleta. ambientado en Gràcia, está escrito en un catalán popular poco ortodoxo. “Se me acercaba gente de toda Catalunya y me he dado cuenta de que ese catalán es un fenómeno generacional, no de un barrio”.

Y el balance comercial. “La sensación –dice Xavier Mallafré, presidente del Gremi d’Editors– , es que de lunes a jueves, los lectores han anticipado compras y Sant Jordi ha funcionado mejor de lo que esperábamos. En Barcelona hay librerías que no han puesto tenderetes en Gràcia y en Sarrià y el partido del Barça refrena un poco las ventas.” Mallafré refiere que una de las novedades ha sido que “muchos lectores iban con libros de otros años para que se los firmaran los autores y esto es consecuencia de la crisis. También había mucha gente de fuera, visible de la calle Aragó hacia abajo.

Las listas que los editores daban a media tarde a los periodistas diferían (en los puestos secundarios) de las que difundía a la misma hora el Gremi de Llibreters, que son las que publicamos en estas páginas. Los libreros esperaban igualar los 19 millones del año pasado.

Campañas de bien público, analizadas en un libro único

Por Alberto Borrini | LA NACION

"Si todas nuestras acciones en la vida han sido como ésta, de participación en el lanzamiento de un libro aplicado a la publicidad de bien público, deberíamos sentirnos realmente bien con nosotros mismos."

Así comenzó José Claudio Escribano, de LA NACION, la presentación de La publicidad de bien público. El impacto de la comunicación social (Temas, Buenos Aires, 2011), durante la ceremonia realizada en el salón de actos de la librería El Ateneo de la calle Florida. Escribano fue precedido en el panel por Jorge Scarfi, presidente de la editorial Temas, quien agradeció a El Ateneo por su hospitalidad y permanente apoyo.

Luego habló Jorge Gandolfo, ex presidente del Consejo Publicitario Argentino (CPA), entidad que, en ocasión de celebrar 50 años de trayectoria, gestionó y obtuvo los derechos para traducir y publicar en nuestro país una obra única en su género, How public service advertising works (Warc Ltd, Londres, 2008), mediante un acuerdo con la Central Office of Information (COI) de Gran Bretaña.

Gandolfo explicó que, pese a que las experiencias y enseñanzas del COI son de aplicación universal, el CPA consideró necesario ubicarlas en el contexto local, para lo cual se constituyó un comité editor, integrado además por Priscilla Harrison, Luis O. Ibarra García, Jorge Irazu, Michael Ritter y Marina von der Heyde. Irazu y Ritter fueron los organizadores de dos de las campañas más memorables de la entidad: el rescate de valores esenciales de la sociedad y la prevención de la drogadicción, respectivamente, que son contadas por ellos en detalle y con abundantes ilustraciones en el libro.

MEDIO SIGLO DE BIEN PÚBLICO

Irazu y Ritter, además, integraron el panel de oradores que cerró con palabras de Jorge Vázquez, presidente actual del CPA, quien se refirió a la satisfacción de haber acompañado el proyecto y participado de su concreción. "El libro testimonia la labor de más de 50 años dedicados al bien público", agregó.

El volumen puede calificarse de único. En realidad, como quedó dicho, no se trata de uno sino de dos libros distintos que confluyen en un mismo objetivo. El principal, Cómo hacer publicidad de bien público, es una obra redactada por una veintena de especialistas de Gran Bretaña, donde la publicidad ingresó tempranamente en el campo social.

Del total de más de 400 páginas, 270 corresponden al texto en inglés (traducido por Perla Neiman y Elida Bustos); las restantes arrancan con un prólogo, firmado por quien escribe, y una introducción general, "Publicidad doblemente responsable", redactada por Ibarra García.

Le siguen los temas "Creatividad desde la estrategia de comunicación", por Gimena Bonillo, directora de Planeamiento de Ogilvy Argentina, y el análisis de las campañas dirigidas, por Irazu y Ritter.

El material fue definido de varias maneras por sus autores, que en conjunto dejan traslucir el contenido de la obra. Jorge Gandolfo, en la presentación general, lo llama "un libro con fines didácticos"; Sir Gus O'Donnell, secretario de Gabinete, quien se refiere a "El mundo cambiante de las comunicaciones", lo califica de "publicación única". Para Mattew Parris, renombrado columnista inglés, "tiene más las características de un seminario que de un libro". Judie Lannon, editor inglés, recalca el "valor educativo" del trabajo.

VASTO CONTENIDO

Un breve repaso del contenido brinda una idea de la vastedad del tema, que abarca desde la finalidad de este género de campañas y la identificación del grupo objetivo hasta la planificación del presupuesto y la medición del éxito de la campaña. Finalmente, la obra trata sobre "El futuro de la comunicación de bien público".

La indispensable creatividad es revalidada en muchos de los 40 casos de estudio que contiene el libro, porque es evidente que avisos de bien público tienen que competir con los demás por la atención de los receptores en los medios masivos. Irazu también volvió sobre este punto, y aprovechó para agradecer el aporte de Pablo Poncini, creativo de las campañas sobre los valores. Desde otro ángulo, se refirió a ella Ritter, al comentar que el anuncio "Estatua", de la campaña contra la drogadicción, se convirtió en un icono.

La adhesión al acto fue notable; entre los asistentes, la mayoría importantes ejecutivos y directivos de la actividad, estaban Oscar Correa, Gustavo Pedace, Juan Carlos Colonnese, Carmen Zayuelas, Juan Alzaga, Facundo Etchebehre, Mabel Artesiano, Carlos Chávez del Valle y Juan Iramain.

En la presentación, Escribano destacó que los avisos del género traducen "un compromiso, un fuego interior" que bien refleja la frase: "Los avisos de bien público son la conciencia de la publicidad", mencionada en el libro y acuñada en esta columna. "Quisiera ser parte de muchos actos de la fuerza moral del de esta mañana", concluyó.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Noticias / Premio Literario Academia Argentina de Letras

15/11/2011

Edgardo Cozarinsky ha sido galardonado por la Academia Argentina de Letras con el Premio Literario Narrativa 2008-2010, por su libro Lejos de dónde.

BIOGRAFÍA

Edgardo Cozarinsky nació en Buenos Aires en 1939. En 1974 se instaló en París y, desde 1988, alterna su residencia entre Buenos Aires y la capital francesa. Cineasta además de escritor, ha dirigido numerosas películas que bordean los límites entre ficción y documental y que han merecido premios y homenajes en el museo del Jeu de Paume en París y en las cinematecas internacionales más exigentes. De su obra literaria destacan los ensayos El pase del testigo (2001), Museo del chisme (2005) y Blues (2010) y los volúmenes de relatos Vudú urbano (1985) –prologado por Susan Sontag y Guillermo Cabrera Infante–, La novia de Odessa (2001) y Tres fronteras (2006), así como las novelas El rufián moldavo (2004), Maniobras nocturnas (2007), Lejos de dónde (2009), y La tercera mañana (2011).

LEJOS DE DÓNDE

Enero de 1945; finales de la segunda guerra mundial. Una joven, envuelta en un pesado capote militar que apenas la protege del frío, huye por territorio polaco y checo; llega a Viena y, desde allí, a Génova, donde la ayudan ciertos amigos. Tres años después, en 1948, ha iniciado una nueva vida en Buenos Aires. No ha sido fácil, y tiene que trabajar duro para ganarse el sustento; vive en la pensión de Frau Dorsch, pero ninguno de los demás huéspedes, en su mayoría emigrantes rumanos y húngaros, sabe cómo ella consiguió salir de Europa... Porque esa mujer arrastra un pasado infamante y, muchos años después, sólo las preguntas inocentes de su hijo Federico, concebido en Buenos Aires a finales de ese mismo año 48, son capaces de impedir que ella lo olvide y entierre de manera definitiva. «Los cuentos no se inventan, se heredan», escribió Cozarinsky en su novela El rufián moldavo, y, en efecto, será precisamente Federico, ya adulto, el que cierre el círculo de esa vida oculta.

martes, 22 de noviembre de 2011

Campañas de bien público, analizadas en un libro único

Por Alberto Borrini | LA NACION

"Si todas nuestras acciones en la vida han sido como ésta, de participación en el lanzamiento de un libro aplicado a la publicidad de bien público, deberíamos sentirnos realmente bien con nosotros mismos."

Así comenzó José Claudio Escribano, de LA NACION, la presentación de La publicidad de bien público. El impacto de la comunicación social (Temas, Buenos Aires, 2011), durante la ceremonia realizada en el salón de actos de la librería El Ateneo de la calle Florida. Escribano fue precedido en el panel por Jorge Scarfi, presidente de la editorial Temas, quien agradeció a El Ateneo por su hospitalidad y permanente apoyo.

Luego habló Jorge Gandolfo, ex presidente del Consejo Publicitario Argentino (CPA), entidad que, en ocasión de celebrar 50 años de trayectoria, gestionó y obtuvo los derechos para traducir y publicar en nuestro país una obra única en su género, How public service advertising works (Warc Ltd, Londres, 2008), mediante un acuerdo con la Central Office of Information (COI) de Gran Bretaña.

Gandolfo explicó que, pese a que las experiencias y enseñanzas del COI son de aplicación universal, el CPA consideró necesario ubicarlas en el contexto local, para lo cual se constituyó un comité editor, integrado además por Priscilla Harrison, Luis O. Ibarra García, Jorge Irazu, Michael Ritter y Marina von der Heyde. Irazu y Ritter fueron los organizadores de dos de las campañas más memorables de la entidad: el rescate de valores esenciales de la sociedad y la prevención de la drogadicción, respectivamente, que son contadas por ellos en detalle y con abundantes ilustraciones en el libro.

MEDIO SIGLO DE BIEN PÚBLICO

Irazu y Ritter, además, integraron el panel de oradores que cerró con palabras de Jorge Vázquez, presidente actual del CPA, quien se refirió a la satisfacción de haber acompañado el proyecto y participado de su concreción. "El libro testimonia la labor de más de 50 años dedicados al bien público", agregó.

El volumen puede calificarse de único. En realidad, como quedó dicho, no se trata de uno sino de dos libros distintos que confluyen en un mismo objetivo. El principal, Cómo hacer publicidad de bien público, es una obra redactada por una veintena de especialistas de Gran Bretaña, donde la publicidad ingresó tempranamente en el campo social.

Del total de más de 400 páginas, 270 corresponden al texto en inglés (traducido por Perla Neiman y Elida Bustos); las restantes arrancan con un prólogo, firmado por quien escribe, y una introducción general, "Publicidad doblemente responsable", redactada por Ibarra García.

Le siguen los temas "Creatividad desde la estrategia de comunicación", por Gimena Bonillo, directora de Planeamiento de Ogilvy Argentina, y el análisis de las campañas dirigidas, por Irazu y Ritter.

El material fue definido de varias maneras por sus autores, que en conjunto dejan traslucir el contenido de la obra. Jorge Gandolfo, en la presentación general, lo llama "un libro con fines didácticos"; Sir Gus O'Donnell, secretario de Gabinete, quien se refiere a "El mundo cambiante de las comunicaciones", lo califica de "publicación única". Para Mattew Parris, renombrado columnista inglés, "tiene más las características de un seminario que de un libro". Judie Lannon, editor inglés, recalca el "valor educativo" del trabajo.

VASTO CONTENIDO

Un breve repaso del contenido brinda una idea de la vastedad del tema, que abarca desde la finalidad de este género de campañas y la identificación del grupo objetivo hasta la planificación del presupuesto y la medición del éxito de la campaña. Finalmente, la obra trata sobre "El futuro de la comunicación de bien público".

La indispensable creatividad es revalidada en muchos de los 40 casos de estudio que contiene el libro, porque es evidente que avisos de bien público tienen que competir con los demás por la atención de los receptores en los medios masivos. Irazu también volvió sobre este punto, y aprovechó para agradecer el aporte de Pablo Poncini, creativo de las campañas sobre los valores. Desde otro ángulo, se refirió a ella Ritter, al comentar que el anuncio "Estatua", de la campaña contra la drogadicción, se convirtió en un icono.

La adhesión al acto fue notable; entre los asistentes, la mayoría importantes ejecutivos y directivos de la actividad, estaban Oscar Correa, Gustavo Pedace, Juan Carlos Colonnese, Carmen Zayuelas, Juan Alzaga, Facundo Etchebehre, Mabel Artesiano, Carlos Chávez del Valle y Juan Iramain.

En la presentación, Escribano destacó que los avisos del género traducen "un compromiso, un fuego interior" que bien refleja la frase: "Los avisos de bien público son la conciencia de la publicidad", mencionada en el libro y acuñada en esta columna. "Quisiera ser parte de muchos actos de la fuerza moral del de esta mañana", concluyó.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Agatha Christie y el caso Belsunce

Por Abel Posse | Para LA NACION

Mi amigo el novelista suele tener reflexiones transgresoras y originales. A contra-cultura, digamos. Ante las decisiones y alegatos del caso de la familia Belsunce parecería que ya corresponde hablar de misterio, después de nueve años sin conocerse el verdadero asesino, el posible móvil, ni el arma aparentemente primitiva, usada para matar a María Marta.

Para el novelista el misterio se perpetua en la omertá de varios miembros de la familia. Para él, el origen está en la tradición de la justicia penal exclusivizada en una dominante suposición del mal, vicio de la concepción judeocristiana de la indivisible relación de crimen y castigo. Después de casi una década, el sinuoso proceso que partió de la culpa y del crimen, sin considerar siquiera la posibilidad que esa castigada familia pudiera preferir arriesgar un obstinado silencio por algo muy lejano de la voluntad de encubrir al asesino o de entorpecer la acción de la justicia. Hay una razón superior que escapa y seguirá escapando al estrecho esquema tribunalicio condenatorio. El marido de María Marta asumió en silencio sorprendente, pero posiblemente no resignado, nada menos que una condena a cadena perpetua. Los familiares enfrentan hasta ahora con unidad y determinación unánime su probable castigo judicial por encubrimiento. En casi diez años de investigación no se evidenció ningún móvil o interés criminal que los pueda unir. Estas connivencias familiares delictivas suelen tener por objetivo el reparto de alguna fortuna u otra razón concreta y vil. En este caso, después de casi una década no aparece ningún móvil de esta naturaleza.

Mi amigo supone que el misterio persistirá, y cree tener una punta del ovillo para tratar de explicarlo. Vayamos por otro camino, me dice. Supongamos que la familia se haya conjurado para defender a María Marta de algún motivo de íntimo deshonor, y del consiguiente descuartizamiento mediático que permite una audiovisualidad sensacionalista ya sin límites (como hoy vemos en el caso Candela). Todos los seres humanos tenemos una zona secreta, generalmente vergonzosa, inconfesable. A veces se trata de alguna irregularidad sexual, un pecado de conducta, un desvío de dinero, alguna trasgresión. Que para ciertos seres se torna invivible en caso que se descubra , mientras que para otros podría ser banal y corriente. Algo como creía nuestro Roberto Arlt cuando en Los Lanzallamas hablaba del "crimen que no se puede nombrar" que casi todos llevamos en lo profundo. Algo recóndito, mínimo a veces, pero que expuesto a los invasivos reflectores de la impudicia mediática y de fiscales y jueces que construyen su carrera a través de declaraciones y publicidad puede agregarle a la víctima el calvario de una segunda muerte, la del desprestigio, la del manoseo de la intimidad. Un crimen puede confesarse, una íntima debilidad, puede ser soportable para unos pero capaz de llevar a otros al borde de la vergüenza intolerable y hasta al suicidio.

El novelista me dice que los parientes acusados de la familia Belsunce tal vez sabían o pudieron creer que el asesino pudo estar vinculado a alguno de estos aspectos privadísimos de la víctima. Encontraron el cadáver con una herida en la cabeza. Una herida localizada, disimulable, causada por disparos de calibre menor. En el atolondramiento, la sorpresa terrible, y la lógica alteración psicológica ante el cuerpo sin vida se tentaron por la posibilidad de evitar el escándalo y el atroz manoseo que indudablemente sobrevendría. Se decidieron posiblemente por la coartada de inhumar lo antes posible el cadáver con la explicación de un accidente mortal. Intentaron gestionar la inhumación rápida y la certificación médica de un "golpe accidental contra la canilla de la bañadera". Salvarían, pensaron, el honor de María Marta, de sus padres y de una familia honorable y prestigiosa. La ahorrarían a su querida María Marta, asesinada miserablemente, el menudeo impúdico de una justicia impotente ante los movileros y bachilleres del negocio audiovisual argentino y de la locuacidad de los togados que abandonan los estrados por la pantalla televisiva como lo comprobamos cotidianamente. La resolución compartida por todos fue tal vez, según mi amigo, la de evitar el aluvión mediático revolviendo y ensuciando la privacidad de María Marta. Ese móvil los llevó en el momento de shock a improvisar una defensa de la privacidad, considerando que tocaba a la justicia descubrir al criminal.

No encubrieron. Nunca creyeron que el marido de María Marta fuese el asesino, pero sintieron que debían ahorrarse y ahorrarle a la memoria de la victima lo que hoy pasa en Argentina en casos parecidos.

El novelista amigo me recordó el famoso policial Asesinato en el Orient-Express en el que Agatha Christie decide burlarse de la obligación tácita del género de respetar el dogma del señalado "principio de crimen-castigo" y del acatamiento de los principios de exclusividad de la justicia de los códigos,de la justicia oficial.

El tren de lujo, el famoso Orient-Express, queda varado por una tormenta de nieve de Serbia y en la madrugada helada aparece asesinado de doce puñaladas un rico empresario que es en realidad un mafioso que asesinó años atrás una niñita y que zafó a la condena por falta de pruebas. A bordo del tren se encuentra el astuto Poirot. El detective siempre jurídicamente correcto de la Christie, advierte que seis puñaladas son violentas, marciales, y las otras seis casi delicadamente venusinas. No viene al caso narrar la divertida investigación de Poirot. Descubre que el asesino es múltiple y con decisión unánime. Son doce personas de diferente origen y nacionalidad pero que vivieron el repulsivo asesinato de la chiquita y vieron la destrucción de una familia feliz por causa de un perverso criminal serial. Estas doce personas se complotaron y decidieron dar una puñalada cada uno, como sacramentadas en un rito marginal a la justicia oficial, la del dura lex, sed lex, que por error benefició al mafioso para que pudiese continuar su repulsiva perversidad y dejó a la familia de la niña vejada sin la reparación de justicia y moralmente demolida.

Poirot, hombre de justicia y legalidad se ve enfrentado por su creadora ante la perplejidad de denunciar a doce personas indignadas justamente en nombre de otra dimensión, discutible, de la justicia. Es el peor momento de su carrera de investigador y opta por no denunciar a los doce justicieros, espiritualmente aplastado al sentirse cómplice de doce asesinos.

¿Qué tiene que ver este famoso policial con el caso Belsunce? ¿Sugiere invitar a los jueces a ver la cara oculta de lo aparente?

El novelista no me contesta. Mira el reloj y se va precipitadamente. Me deja con una perplejidad similar a la que pudo angustiar a Hércules Poirot.

Ya a solas pensé que así como los complotados del Orient-Express "completan" una justicia oficial deficiente y permisiva, los miembros de la familia Belsunce probablemente quisieron ahorrarle a María Marta el veredicto ilegítimo de la opinión creada por los medios capaces de imponer una contramemoria, una imagen falsa, "sucia" o parcial de una persona excelente y amada. La hipótesis del novelista me quitó el sueño hasta la madrugada. El caso Belsunce "no cierra" y los fiscales y jueces arrancaron mal. Seguramente creerán aliviarse con sentencias que los tribunales superiores deberán corregir.

Un crimen en la Grecia de la crisis

Por Silvia Hopenhayn | Para LA NACION

Una novela policial actual tiene sus ventajas. Si es buena, quizá contemple los problemas agudos del presente a través de la mirada de un detective distinto del que solemos encontrar dentro del género. Un hombre no necesariamente rudo ni adusto. Más bien maleable a su tiempo. Este tipo de personaje nos permite ingresar en el mundo desde un ángulo nuevo, amparados en alguien con olfato contemporáneo, acostumbrado a los vicios y crímenes de la época. Es lo que sucede en Millenium con Lisbeth y Mikael, quienes perfectamente podrían vivir en un barrio cercano; el mismo detective Wallander, de Mankell, tiene el aspecto de un tío jubilado y justiciero. O el inspector chino Chen Cao, filólogo y poeta, que pasaría por corrector de pruebas de una editorial de culto.

El detective Kostas Jaritos está en el epicentro de la tormenta. Es un ateniense desengañado. Su creador, el escritor griego Petros Márkaris, tiene peculiares antecedentes: como miembro de la minoría armenia en Grecia, recién obtuvo la ciudadanía griega después de la caída de la Dictadura de los Coroneles, en 1974; estudió economía y realizó una elogiada traducción delFausto, de Goethe.

Con el agua al cuello , recién editada en castellano, es la última hazaña de Jaritos, metido de lleno en el descalabro financiero de su país. Desde el comienzo no sabemos si el cruento asesinato de Nikitas Zisimópulos, director del Banco Central, fue un acto de venganza personal o de justicia social. ¿Acaso el crimen puede pagar la desolación y falta de sentido ocasionadas por el desempleo? En todo caso, nunca basta con una cabeza, cuando son muchos los que la esconden o se agachan. Serán varias las víctimas. Y existe además un cartel instigador.

Según el propio Jaritos, "los asesinatos y el cartel que insta a los ciudadanos a no pagar sus deudas son obra de la misma persona; el asesino no es un terrorista, es alguien que se vio perjudicado por los bancos y ahora se está vengando". O sea, un asesino serial de banqueros en un país en bancarrota? ¡que además promueve la cancelación de las hipotecas! No en vano la novela cuenta con un epígrafe de Brecht, la célebre y ácida pregunta formulada en La ópera de los tres centavos : "¿Qué es el atraco a un banco comparado con la creación de un banco?".

Jaritos ahonda en su pesquisa: busca una definición de "préstamo" y encuentra dos acepciones que se transcriben en la mitad de la novela. La primera define al préstamo como "dinero o valor que se toma para su futura devolución con intereses". La segunda lo considera "crédito indigno y amargoso". El delincuente obviamente responde a la segunda y actúa en consecuencia. Jaritos piensa en voz alta: "Tanto él como Grecia se acostaron sin deuda y amanecieron con ella, y corren, por lo tanto, la misma suerte. Grecia también ha contraído un crédito indigno y amargoso con el FMI y la Unión Europea". Como las anteriores novelas protagonizadas por el mismo detective, no faltan sentimientos.

Tampoco faltan, lamentablemente, algunas "gilipolleces" propias de la traducción.

martes, 15 de noviembre de 2011

CLARICE LISPECTOR El lugar donde reside la verdad

El lugar donde reside la verdadCerca del corazón salvaje es el lugar de la escritura que Lispector elige habitar desde éste, su primer libro, del año 1944 –partiendo de una cita de Joyce– y que sostiene como proyecto estético hasta el final de su vida, en el que se propone capturar lo real por fuera de los mecanismos de la representación, con las consecuencias estéticas y filosóficas que tal empresa supone. Observar, sentir, percibir en forma ampliada “continuando con el hilo de la infancia” configura un arte poético en la que creación es sinónimo de libertad ilimitada.

El ruido de la máquina de escribir del padre (lugar de inscripción de Joana, la protagonista) abre un relato en el que la escucha, el tacto y la mirada comparten el umbral a partir del cual la imaginación transforma la experiencia que, para esta autora, es el lugar donde reside la verdad. Y si el lenguaje es para Lispector motivo de reflexión incesante, los pensamientos adquieren una materialidad que los sitúa en la misma serie que los objetos, las personas, los sentimientos, configurando unidades de sentido o filosofemas. “Un punto único sin dimensiones es el máximo de soledad”, afirma Joana al descubrirse en la imposibilidad de la comunicación y de habitar en el amor a Otávio, su marido.
Los hechos, la peripecia, no son para Lispector el objeto de su escritura, sino su naturaleza, porque de lo que se trata es de captar su misterio y no de explicarlos. El hechizo, la magia, el trance es el modo de abordar y poseer la cosa misma, pensar dentro de ella, vivir más allá de sí, desarticulando los límites de lo humano como síntesis de su proyecto estético y ético. “No perderme en grandes ideas, yo también soy una cosa”, afirma un personaje en una escena de escritura y advierte: “Los voy a conmover a todos”.

Descubre el principio constructivo de la creación poética en el pensamiento nacido de una sensación que le dará la “revelación de un mundo”. “Flores sobre la tumba” es la idea que a Joana le da el saber sobre la muerte de su padre.
Intuye que en la idea del tiempo, la sucesión, está la belleza y se propone capturarlo. La imagen de la ola, el instante en que el futuro golpea el presente disolviéndolo, la liga a la búsqueda estética de Virginia Woolf, cuya novela Las olas, de 1931, resuena en toda la obra de Lispector. En ambas, esta búsqueda es un ansia que las constituye y se proponen obturar la conciencia (“concederse un intervalo entre ella y ella misma”) para percibir el paso del instante.

La mirada infantil extrañada (“miró las cosas como si estuvieran locas”) será la única capaz de formular nuevos pensamientos y desacomodar los que la costumbre cristaliza, como la pregunta de la niña Joana a su maestra acerca de qué pasa después de ser feliz, cuando acaban los cuentos. Como la percepción de los objetos en su pura sensorialidad que le enseñan que “algunas cosas existen, otras están”.

Contra la literatura que traza planes sostiene que el arte debe partir de la escena infantil que se pregunta ¿por qué? La curiosidad, la imaginación; arriesgarse a jugar, mezclar materiales y ver qué pasa nos llevará a descubrir, afirma, que nada que no haya sido creado puede ser creado, sólo revelado.
Delinea los personajes en términos plásticos y Joana, en su imprecisión, será una línea de fuga, mientras que Lídia, la amante de Otávio, mujer domesticada por la maternidad, será consistente como una montaña y el profesor, objeto de deseo de la adolescente Joana, será percibido como “un gran gato castrado” algunos años más tarde. Los sentimientos como los celos, tendrán la materialidad del “acero frío rozándole el corazón caliente” y su soledad constitutiva, la constatación de que “puedo morir de sed frente a mí”.

La percepción física del tiempo como “segundos que gotean” en la escena de la separación, habla de una percepción íntima y arbitraria del tiempo (“el largo pasado que acababan de vivir”) que se asimila a la imagen de la ola a punto de estallar. “…sintió acumularse dentro de sí el tiempo vivido”.
Consciente de la radicalidad de su apuesta estética que, como toda experiencia vanguardista, involucra al artista y lo funde con su obra, asume el riesgo y nos invita a “mirar de frente la rasgadura”, esa grieta por donde lo irrepresentable, “el fondo de las cosas”, la verdad que habita en el sueño o en el deseo, se manifiesta.

Y en el final de la novela, Lispector nos entrega su manifiesto poético: “…seré fuerte como el alma de un animal y cuando yo hable no serán palabras pensadas y lentas, no apenas sentidas, … ¡no el pasado corroyendo el futuro! ¡lo que yo diga sonará fatal y entero! …Seré brutal y malhecha como una piedra, seré leve e imprecisa como lo que se siente y no se entiende…”.
La experiencia de lectura (y de la crítica) confirma esta apuesta de una obra que sólo es posible capturar aventurándose al encuentro con lo que el lenguaje (y la literatura) tiene de conmocionante e “impreciso como lo que se siente y no se entiende”.